El teatro tiene esa cosa maravillosa que es la presencia
del actor en el escenario y la comunicación que se establece con la platea que
tampoco es la misma todos los días, creándose un fenómeno que es irrepetible en
cada función. No hay dos funciones iguales porque dependen de la comunicación recíproca
entre dos grupos cambiantes que son los intérpretes y el público. Es por eso
que el Teatro nunca será sustituído por el cine, la tv o cualquier otra forma
de realidad congelada por la filmación.
En el caso de los espectáculos teatrales más
completos que son el Ballet y la Opera esta realidad es aún más compleja porque
interviene un tercer elemento también cambiante que es la Orquesta y de los
distintos estados de los tres componentes depende el resultado final de una
función.
Todo esto viene a cuento de la función del Domingo
30 donde se produjo un verdadero milagro escénico, donde dos balarines, la orquesta y el público en
estrecha comunicación emocional crearon un momento de magia escénica y por
momentos los más receptivos llegamos a sentir la presencia de los grandes creadores
del espectáculo que se estaba viendo , CRANKO Y CHAICOVSKI que ya no están físicamente
entre nosotros.
Me refiero a la fantástica ejecución del segundo
cuadro del primer acto, el pas de deux que bautizaré “del espejo “ porque el
bailarín es en realidad un ensueño de ella , que lo hace salir del espejo para
bailar con ella. Una ejecución que figura desde ya en la galería de los grandes
momentos que ha producido el BNS en su corta pero fructífera historia.
En el foso la orquesta especialmente inspirada
valorizó la bella orquestación melódica de Chaicovski en una versión de alto voltaje
emotivo. El público asistió emocionado con un silencio total ( nadie se atrevió
siquiera a toser ) y prorrumpió en un sonoro aplauso al caer el telón, como si
fuera un telón final y los intérpretes fueran a salir a saludar.
Y en el escenario GUSTAVO CARVALHO y NINA QUEIROZ dieron
todo de sí produciendo un prodigio de belleza y emoción. Gustavo es
técnicamente un bailarín casi perfecto y sus mejores condiciones son las que saltan más a la vista
en este dificilísimo , arrollador pas de deux que abusa de la fuerza de los dos
bailarines, con una sucesión interminable de pasos de fuerza y de riesgo. Aportó
una fantástica seguridad en todos los pasos , una imagen de carencia de
esfuerzo y una belleza plástica absoluta en sus movimientos. Nina, favorecida
por la presencia de un partenaire absolutamente dueño de la situación se lanzó
con arrojo , con entrega absoluta en cada una de las figuras , exhibió su
bella, elegante, frágil presencia y vistió toda la escena con una cautivante
pátina de felicidad total porque en la
ficción que es esta escena Tatiana se abre, se entrega al amor y es correspondida. Inolvidable.
En el resto de la función pudimos una vez más la precisión
y la belleza de las intervenciones colectivas del Cuerpo de Baile, la delicada
Olga de ARIELE GOMES, el muy buen trabajo de DAMIAN TORIO hoy más seguro que en
el estreno pero aún más compenetrado dramáticamente en la mejor labor que se la
ha visto desde que debutara en el BNS,muy
conmovedor en el adiós a la vida del segundo acto, la belleza otoñal de
VANESA FLEITA como Mme.Larina ( cómo me hubiera gustado ver su Olga o su
Tatiana ¡!!), el aplomo y la pose principesca de ANIBAL ORCOYEN como Gremin y
la desopilante intervención de ISMAEL ARIAS en el tercer acto, que viene
creciendo en cada representación-
GUSTAVO CARVALHO tiene la misma solidez y armonía
plástica comentada en todas las escenas. Como intérprete está correcto en el
primer acto, crece en las dos escenas del segundo y produce un verdadero
impacto en las dos escenas del tercero sacando a lucir una garra dramática
impresionante que no se le conocía en la misma medida, redondeando una interpretación
descomunal y angustiante de estas dos
escenas clave .
Creo que hay un antes y un después para Carvalho después
de esta gran creación digna de un aplauso en pie.
NINA QUEIROZ
, frágil, bonita, elegante cultiva una expresividad delicada que se
centra fundamentalmente en la mirada, en pequeños y sutiles gestos que me
pregunto si serán muy apreciables para quienes están sentados lejos del escenario, pero que es un verdadero
festín para quienes la vemos de cerca. Dió de manera absolutamente conmovedora
su romanticismo e ingenuidad iniciales, el deslumbramiento y descubrimiento del
amor, su momento de gloria y felicidad total en el ensueño de la escena del
espejo, la cruel desilusión y el dolor
cuando la carta le es rechazada y rasgada
( con ella va el corazón ) y dio una correcta versión de su lucha interna
en la escena final en la que triunfa el sentido del deber por encima el amor que aún palpita. Una escena que pide
otra dimensión trágica más jugada, que Nina todavía no domina cabalmente. Fue
como ver una escena concebida para una soprano dramática cantada por una excelente
soprano ligera que la canta y la interpreta
bien pero no tiene totalmente el peso vocal requerido. Técnicamente en todo el
ballet estuvo fantástica, beneficiándose de un físico delicado, que domina
todos los movimientos y los hace con gran elegancia, de una belleza que fascina
y como ya dije basada en la presencia de
un partenaire absolutamente seguro se jugó con todo en las escenas en que
depende de él para sostenerla en las caídas controladas que ha diseñado Cranko.
Una gran función en suma
