TODAS LAS OPINIONES SON RESPETABLES, MAXIME CUANDO
SE TRATA DE CUESTIONES MUY SUBJETIVAS COMO EL ARTE O EL GUSTO.
Y LO SON MÁS CUANDO QUIENES LAS EMITEN CUENTAN CON
UN EXPRESIVO CURRICULUM DE ESPECIALISTAS EN LAS MATERIAS EN QUE OPINAN Y LO
HACEN DESDE LAS PÁGINAS DE UNO DE LOS DOS MAYORES ORGANOS PERIODÍSTICOS DEL PAIS.
Es cierto que el vinculo estrecho entre la familia
propietaria del diario LA NACIÓN y la
familia del Director del Teatro Colín puede hacer que los más suspicaces
sospechen que hay presiones o directivas
que obligan a los críticos a ser
particularmente cuidadosos a la hora de opinar. ( en el caso del otro mayor
periódico argentino ocurriría lo mismo dado que la Empresa es el Principal
Sponsor de la Temporada del teatro Colón ).
Quien soy yo para negarles el derecho a opinar a
tres prestigiosos críticos musicales que seguramente saben mucho más que yo,
raso espectador, en la materia, pero al menos puedo permitirme el lujo de
señalar que discrepo con sus opiniones. Y después de todo las temporadas son en
tesis hechas para nosotros los espectafores,
si bien nadie nos consulta o a veces se llega a decir que tenemos mal gusto y
que la función del Teatro Oficial que todos pagamos es alterar tal limitación.
Es materia opinable que la Temporada de 2016 haya
sido o no mejor que la de 2015 locual por otra parte no se trataría precisamente
de un gran mérito Yo diría que hubo alguna modesta mejoría.
Pero no salgo de mi asombro cuando leo una crítica
extremadamente laudatoria que habla de “momentos gloriosos que laten en la memoria” y que “en este 2016 hubo muchas
presentaciones que, bajo esta perspectiva, lo harían tal vez el más relevante
de los últimos años”, que “la actividad musical ha sido colosal.”
Todo esto entra en
contraste con la ennumeración de los logros del año donde abundan las
referencias a conciertos organizados por terceros, actuaciones “ de pasaje “ de
estrellas que vinieron, actuaron una o dos noches y se llevaron su cachet sin
haber intervenido en los espectáculos del Teatro, casi en el mismo plan
mercantilista de un AL PACINO o un GERARD DEPARDIEU que por suerte no fueron incluídos
en la lsita de “grandes logros”.
Me produce escozor y
lo considero un síntoma claro de lo que fue la Temporada más allá de los
generosos adjetivos, que ninguno de los tres críticos haya podido mencionar un
solo espectáculo del cuerpo de baile todo un signo de la grave crisis por la
que atraviesa, que al mencionar las Operas dos de ellos se hayan limitado a
mencionar un único espectáculo y bastante
sui generis en que una Opera fue presentada en versión ballet acuático , que
sólo uno haya agregado el gran estreno de la temporada DIE SOLDATEN, y que no
se hayan mencionado interpretaciones de ninguno de los participantes de la
Temporada de Opera ni nacionales ni importados ( Salvo Eduardo Alvarez en el preámbulo
pero no en la selección ), que ningún concierto de las orquestas nacionales
haya sido destacado y ninguno de los maestros nacionales actuantes.
Enfin que a mí la ennumeración de los logros de
este año según la opinión de los prestigiosos críticos me deja con la triste
sensación de que el Colon tiende a funcionar como una especie de GRAN REX
clásico (para colmo no siempre clásico ) que se presta a grandes figuras internacionales
para que vengan como una escala más de
una gira , hagan lo suyo en 2 o 3 fugaces días y se retiren con sus abultados
cachets sin haber participado directamente
de nuestras temporadas, y sin haber interactuado
con nuestros valiosos artistas locales.
TODO UN SINTOMA DE
DECADENCIA
ps
ps
Fiel a mis principios irrenunciables y a
mi invariable línea de conducta HE VUELTO A BAUTIZAR AL TENOR MARCELO ALVAREZ,
a quien por alguna razón que seguramente
Freud sabrá explicar, me gusta llamarlo de EDUARDO.
Como ciertas costumbres son muy difíciles
de cambiar después de una cierta edad, y yo ya tengo 74 años, he tomado providencias.
He escrito cartas a los Directores del Met ,Covent Garden La Bastille la Staatsoper y otros teatros de segunda línea
donde el argentino suele cantar, pidiéndoles que colaboren conmigo en convencerlo
de renunciar a su intransigente apego por el nombre que figura en su documento
y por el cual lo conocen apenas los reducidos públicos de dichos teatros, en lugar
de utilizar el ampliamente divulgado nombre por el cual ha sido popularizado en
esta página.
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