No hubo en realidad cambios de reparto, salvo el
tenor. Pero hubo un notorio mayor rendimiento de todos los participantes y un
mejor ensemble entre ellos.
Comenzando por el recién llegado al elenco L. BORJA
fue un Pollione de raza, cantado con arrojo y expresividad. Es claro que Borja
usufructuó de la ventaja de tener la voz natural del papel, que es para un
tenor con una voz de su peso vocal y su timbre, especialmente cuando cantó
enfrentado a la Norma de Castillo de Lima que es también una voz de volumen importante
y gran fuerza vocal.
En el elenco volvió a encantarme la bellísima Adalgisa
de LAURA ARANDA, un prodigio de dulzura, que además descolló en los dos
difíciles dúos con Norma donde su voz y la de la soprano formaron una unidad inseparable.
MARIA CASTILLO DE LIMA ha perfreccionado remarcablemente
su Norma desde la representación anterior. Todas las limitaciones que
aparecieron en dicha función y que yo señalé en mi comentario, desaparecieron
por completo al encarar María la partitura con otro abordaje evitando los
pasajes del piano al forte , que fueron su talón de Aquiles en esa función.
Aquí todo sonó bellísimamente bien , si bien se mantiene el hecho de que la
escena final supera todo lo que hace en el resto de la Opera, por la vocalidad
y por la fuerza emotiva.
María tiene una voz de gran volumen y es una soprano
lirico spinta con tendencia a convertirse en dramática con el paso del tiempo.
Tiene que aprender a soltar la voz sin temor, como lo hizo aquí y usar esos
fantásticos pianísimos que posee como un recurso expresivo y no como una manera
de evitar agudos metálicos, que todas las voces grandes y graves los tienen.
LUCAS MIÑO también
superó su interpretación de la función pasada mostrándose más desenvuelto y
expresivo y dando muy bien la autoridad del personaje. Vocalmente sigue
asombrando la evolución que ha tenido, la seguridad con que canta y el bello
timbre de voz
TELLO volvió a demostrar su capacidad como director
haciendo sonar a la orquesta pequeña que el foso del Teatro Luz y Fuerza admite
como si fuera una orquesta sinfónica completa, y sacando del coro una excelente
representación. Tuvo además sangre fría en el primer acto para evitar que una
gaffe del tenor hiciera interrumpir la representación.
Este espectáculo no debería morir. Debería ser visto
en otros teatros.
Y la Norma de María es ya un producto de exportación,
que debería ser visto y oído en el exterior.