UNA OPERA
CASI SIN CANTO
En la serie
de ensayos para el estreno del Sábado de LA BOHEME, la noche del Viernes era
muy importante porque era la primera vez que los artistas iban a tomar contacto
con la sala ( hasta ahora se ensayaba en
la Sala de la Orquesta del Auditorio ) la escenografía y el vestuario.
Y era valor
entendido que por tratarse de la noche
previa al estreno los cantantes iban a cuidar sus voces “ marcando “ en vez de
cantar a full sus respectivas partes.
Felizmente
el Marcello y el Benoit , que no habían estado presentes en el ensayo diurno
anterior, cantaron sus partes a plena voz lo que permitió apreciar sus
actuaciones, especialmente la de ALVARO GODIÑO que hizo gala de su espléndida voz de barítono,
dotada de un volumen, timbre y extensión notables. Será sin duda una de las
atracciones del programa del estreno que no veré por culpa del “ maldito “
CABALLERO DE LA ROSA DEL COLON.. MICHAEL CLAVIJO por su parte logró una muy
fina caricatura de su Benoit, sin caer en exageraciones.
Obviamente
el centro de la atención era hoy más bien la parte teatral y sobre todo la
crucial escena del segundo acto con todas las dificultades que Puccini le dio,
entre las cuales no es la menor la presencia
del coro de niños. En realidad todo corrió excelentemente, con el puntilloso
director SANTIAGO BETANCOR haciendo repetir la escena de Parpignol para revisar
los movimientos del carrito ( que necesita urgente lubricación de sus ruedas )
y estimular a los niños a demostrar una mayor avidez por los juguetes, y la
escena final para cerciorarse que el Alcindoro de
FEDERICO HASENBALG, que protagoniza un espectacular desmayo cuando le
entregan la abultada cuenta de Momus, caiga detrás y no delante del telón al
bajarse este .
Es fantástico
el logro de la acción colectiva y la marcación de los solistas en esta escena
usualmente mal tratada para exagerar y donde es muy fácil pasar de lo sublime a
lo ridículo.
Los niños
además actúan con entusiasmo, especialmente el pequeño lustrabotas y el niñito
que canta la frase célebre del cavallin, que es realmente encantador y muy
expresivo. Y aprovecho para remarcar el rendimiento de la mini orquesta , que
contrariamente a lo que suele ocurrir con esos espectáculos, no hizo sentir su
reducido número y dio perfectamente el marco sonoro de una ópera con fuerte
orquestación como cuadra a las obras de Puccini.
Los solistas
reiteraron sus muy logradas actuaciones. Volví a maravillarme con la quimica
desarrollada por Mimi y Rodolfo, así como
la alegre pero también afectiva comunicación que reina en la barra de amigos. Es
evidente que ha habido un detallado trabajo previo con los intérpretes que
consiguen entregarse de tal manera a la acción que uno se olvida de que están
actuando.
Gran logro
colectivo en la escena final, que va a
arrancar lágrimas en los espectadores , como corresponde a esta super emotiva
Opera.
Volvieron a
impactarme las voces de Colline y Schaunard , dos chicos jóvenes de 18 y 21
años que seguramente darán que hablar en el futuro. Presno y Gomez fueron los
que más marcaron, pero felizmente los había oído la tarde anterior porque sus
versiones vocales son excelentes. Sigue impactándome la mezza voce que saca a
lucir Presno cuando marca, que en algún momento
va a tener que importar algunas frases a
su interpretación principal porque fragmentos como OR
CHE MI CONOSCETE… y SOLI L INVERNO suenan así cantadas con una inusitada belleza.
Me gustaron
mucho las escenografías simples pero vistosas. En particular la escena de Momus
resuelta con cortinados rojos para la entrada al bar, una foto aérea de Paris
en el fondo del escenario y un enorme árbol de Navidad, todo bonito de ver y
muy funcional.
La ENAL tiene en suma un gran espectáculo que en
muchos momentos se coloca al nivel o hasta llega a superar a puestas más profesionales y más costosas de
esta bellísima opera, una de las más amadas por quienes gustamos del género.
Ojalá tengan
la afluencia de público que se merecen.
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