viernes, 21 de julio de 2017

UNA OPERA CASI SIN CANTO





UNA OPERA CASI SIN CANTO

En la serie de ensayos para el estreno del Sábado de LA BOHEME, la noche del Viernes era muy importante porque era la primera vez que los artistas iban a tomar contacto con la sala  ( hasta ahora se ensayaba en la Sala de la Orquesta del Auditorio ) la escenografía y el vestuario.
Y era valor entendido que por tratarse de  la noche previa al estreno los cantantes iban a cuidar sus voces “ marcando “ en vez de cantar a full sus respectivas partes.
Felizmente el Marcello y el Benoit , que no habían estado presentes en el ensayo diurno anterior, cantaron sus partes a plena voz lo que permitió apreciar sus actuaciones, especialmente la de ALVARO GODIÑO  que hizo gala de su espléndida voz de barítono, dotada de un volumen, timbre y extensión notables. Será sin duda una de las atracciones del programa del estreno que no veré por culpa del “ maldito “ CABALLERO DE LA ROSA DEL COLON.. MICHAEL CLAVIJO por su parte logró una muy fina caricatura de su Benoit, sin caer en exageraciones.
Obviamente el centro de la atención era hoy más bien la parte teatral y sobre todo la crucial escena del segundo acto con  todas las dificultades que Puccini le dio, entre las cuales  no es la menor la presencia del coro de niños. En realidad todo corrió excelentemente, con el puntilloso director SANTIAGO  BETANCOR  haciendo repetir la escena de Parpignol para revisar los movimientos del carrito ( que necesita urgente lubricación de sus ruedas ) y estimular a los niños a demostrar una mayor avidez por los juguetes, y la escena final para cerciorarse que el Alcindoro  de  FEDERICO HASENBALG, que protagoniza un espectacular desmayo cuando le entregan la abultada cuenta de Momus, caiga detrás y no delante del telón al bajarse este .
Es fantástico el logro de la acción colectiva y la marcación de los solistas en esta escena usualmente mal tratada para exagerar y donde es muy fácil pasar de lo sublime a lo ridículo.
Los niños además actúan con entusiasmo, especialmente el pequeño lustrabotas y el niñito que canta la frase célebre del cavallin, que es realmente encantador y muy expresivo. Y aprovecho para remarcar el rendimiento de la mini orquesta , que contrariamente a lo que suele ocurrir con esos espectáculos, no hizo sentir su reducido número y dio perfectamente el marco sonoro de una ópera con fuerte orquestación como cuadra a las obras de Puccini.
Los solistas reiteraron sus muy logradas actuaciones. Volví a maravillarme con la quimica desarrollada por  Mimi y Rodolfo, así como la alegre pero también afectiva comunicación que reina en la barra de amigos. Es evidente que ha habido un detallado trabajo previo con los intérpretes que consiguen entregarse de tal manera a la acción que uno se olvida de que están actuando.
Gran logro colectivo en  la escena final, que va a arrancar lágrimas en los espectadores , como corresponde a esta super emotiva Opera.
Volvieron a impactarme las voces de Colline y Schaunard , dos chicos jóvenes de 18 y 21 años que seguramente darán que hablar en el futuro. Presno y Gomez fueron los que más marcaron, pero felizmente los había oído la tarde anterior porque sus versiones vocales son excelentes. Sigue impactándome la mezza voce que saca a lucir  Presno cuando marca, que en algún momento va a tener que importar algunas frases  a su interpretación principal porque fragmentos  como  OR CHE MI CONOSCETE… y SOLI L INVERNO suenan así cantadas con una inusitada belleza.
Me gustaron mucho las escenografías simples pero vistosas. En particular la escena de Momus resuelta con cortinados rojos para la entrada al bar, una foto aérea de Paris en el fondo del escenario y un enorme árbol de Navidad, todo bonito de ver y muy funcional.
La ENAL  tiene en suma un gran espectáculo que en muchos momentos se coloca al nivel o hasta llega a superar a  puestas más profesionales y más costosas de esta bellísima opera, una de las más amadas por quienes gustamos del género.
Ojalá tengan la afluencia de público que se merecen.

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