viernes, 8 de julio de 2016

UN AMIGO AFORTUNADO NARRA SUS EXPRIEN CIAS EN EUROPA

Estimado Luis:
Como le comenté hace un tiempo, estuve el mes pasado por primera vez en Europa. Disfruté de tres representaciones de ópera y me tomo el atrevimiento de compartirle mis impresiones.

   El Teatro Real de Madrid me pareció humilde. Vi "Moisés y Aarón" de Schönberg, una puesta contemporánea de Romeo Castelucci cuyo mayor atrevimiento fue poner un toro (vivo) en escena para representar al vellocino de oro que adoran los judíos ante la ausencia de su líder. Toda la puesta tiene un carácter simbólico extraordinario, metáforas que Schönberg supo expresar ya desde la música. Particularmente adecuada me pareció la lluvia de palabras que inundó un telón transparente frente a la escena que ocupó gran parte de la ópera. Tenía una ubicación barata, un taburete tras dos filas de butacas en una tertulia de segundo piso, por lo que tuve que pararme en varias partes para ver lo que pasaba.
   La ópera Bastille es impresionante. Una gloria de la arquitectura contemporánea. En "Aída" brilló en mi opinión Anita Rachvelishvili como Amneris, expresando perfectamente sus cambios de humor de los celos a la venganza y la alegría. Sondra Radvanovsky no estuvo tan estridente como me lo temía y compuso una Aída a la altura de las circunstancias. Aplaudo al coro. La orquesta dirigida por Daniel Oren estuvo muy bien también. Era una puesta de Olivier Py de 2013 con elementos contemporáneos (fusiles Kalashnikov, referencias al nazismo) que no desentonaban tanto, sobre todo considerando que el propio Verdi siempre jugó en su época con las alegorías históricas. 
   Por último el Royal Opera House es un ejemplo de institución moderna, con su enorme cantidad de programas de educación y lazos con la comunidad (visitas, pasantías, talleres). Me llamó la atención la "falta de etiqueta" en acciones como señoras grandes, de tacos y pollera, comiendo una ensalada en la alfombra, en el intervalo. Algo impensable en nuestro "pacato" Colón pero que expresa cómo a los verdaderamente cultos las formas les importan poco y nada. Vi "Werther" de Massenet en una puesta clásica, de la cual sólo destaco al gran tenor italiano Vittorio Grigolo, con una emotividad envidiable (aunque no tan buen francés ni actuación como la soprano, Joyce DiDonato). 
   Los tres teatros me resultaron pequeños, supongo que por estar acostumbrado al Colón, pero agradecí la mejor disposición de las ubicaciones, que permite a todos estar más cerca del escenario. En el Colón, la platea tiene un vacío arriba que en los demás está ocupado por los pisos superiores, que así logran ver más de cerca (sin molestar a la platea, por otra parte). También aprecié, como ya dije, una atmósfera menos pacata y snob. 
   Sólo espero poder conocer más teatros en el futuro. Me gustaría por ejemplo las óperas de Oslo y Sidney. 

Cordiales saludos
Julio César Estravis

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