Hay que reconocer de entrada el enorme esfuerzo que
hizo el TEATRO COLON con los otros
participantes del FESTIVAL BARENBOIM
y los sponsors, para traer a nuestra ciudad la puesta en escena integral
de TRISTAN E ISOLDA desde la OPERA DE BERLIN, indudablemente uno
de los teatros importantes de Europa
Tuvimos así la oportunidad de ver un espectáculo de
gran calidad que nos hizo añorar tiempos
pasados en los que este nivel estaba cerca de ser el habitual en nuestro
Teatro.
Está de más destacar las dificultades que hubo
que vencer, no sólo las financieras sino
también las logísticas, y hasta las burocráticas,
para este complejo trasplante que incluyó la escenografía y el vestuario, la
Orquesta completa, y todos los integrantes del elenco solista menos uno ya que en
un acto de inteligencia artística pero también de estricta justicia se incluyó al
tenor local GUSTAVO LOPEZ MANZITTI. Y además con la participación del Coro
Estable , otro acierto dada la calidad de nuestro coro y la brevedad de su
participación en el espectáculo que
hubiera hecho que la importación del Coro de Berlin fuera un verdadero lujo
asiático.
TRISTAN E ISOLDA
es una ópera difícil de montar, por las múltiples exigencias a sus
cantantes y al con junto orquestal, y es imposible encararla sin un gran
conductor en el podio.
Pero las exigencias pasan a ser difíciles de ser
satisfechas si nos concentramos en los
requerimientos que se hacen a sus dos protagonistas , la soprano y el tenor,
dos papeles nada fáciles y además también
agotadores. Y aquí no resisto la
oportunidad de recordar la anécdota de la gran BIRGIT NILSSON, una Isolda
notable, a la cual una vez una cantante novel le preguntó como era que lograba
no cansarse y llegar entera al final , y ella pensando en lo que realmente le
causaba problemas le respondió “uso un par
de zapatos un número mayor que el que calzo .- PARA ELLA LO QUE ERA SACRIFICADO
AL ENCARAR ISOLDA NO ERA EL CANTO SINO
EL PERMANECER TANTO TIEMPO DE PIE )
Prudentemente se optó por traer dos sopranos
ANJA KAMPE y IRENE THEORIN.
Esto provocó un cierto desasosiego entre los que
veríamos a la “segunda soprano “ que nos
sentimos discriminados en relación a los
abonados de las otras fechas que verían a la soprano “ principal “ , un
desasosiego que aumentó cuando nos enteramos
del notable suceso de Fraulein Kampe en la noche del estreno.
Felizmente no hubo motivo de queja. La Opera de
Berlin viajó en verdad con dos grandes
sopranos. ANJA KAMPE es la más reciente incorporación al primer team de la lírica wagneriana, y
viene provocando sensación en todos los Teatros de primer nivel donde se presenta.
IRENE THEORIN
es una soprano consagrada hace más tiempo, se pasea por los principales teatros
del mundo alternando los pesados papeles wagnerianos con algunos títulos del
repertorio italiano (TURANDOT, LA
GIOCONDA ). No puedo compararlas porque no vi a las dos, pero quienes las
vieron me señalaron que Kampe tiene una voz más lírica y que lograba un
fantástico segundo acto, mientras Irene tiene una voz más incisiva , que unida
a la fuerza expresiva le hacía redondear un estupendo primer acto.
Donde la prudencia falló es con el tenor. Es verdad
que los Tristanes no crecen en los árboles,
y que raramente ha habido más de un Tristan notable en la misma generación,
pero viajar con un único Tristan y
además de 68 años es una verdadera imprudencia, que casi hace naufragar la fiesta, porque Seiffert llegó enfermo y a
duras penas terminó la función del estreno. Fue mejorando pero aún así dejó
evidencias de que su voz ya no está 100% a la altura del papel ( si es que a
alguna vez lo estuvo, ya que en su época de mayor gloria fue un notable tenor lírico pero no un helden tenor ). Y
además fue el que más sufrió con el insufrible
escenario y sus ríspidos desniveles
.Pienso que Kupfer pudo haber sido menos implacable y haber adaptado su
concepción escénica al hecho de que tenía un tenor casi septuagenario y no obligarlo a escalar y
descender por el poco funcional trasto escénico que hizo las veces de decorado,
corriendo el riesgo de caerse y usando visiblemente como lazarillo al barítono.
O gateando por la parte plana del escenario buscando afanosamente un punto en
el que apoyarse para volver a ponerse en pie.
No se trata así a un gran cantante que con su sacrificio personal está
haciendo posible el espectáculo y que gracias a su experiencia y su musicalidad
consigue casi todo el tiempo salir airoso de una parte a la cual han sucumbido
cantantes bien más jóvenes que él.
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