eatriz Cotello comenta para Opera in the World La Traviata modernista de Viena con muy buen elenco de cantantes
a Traviata, nueva producción de la Ópera de Viena.
El estreno fue programado para febrero, por razones de COVID tuvo que ser aplazado hasta el 7 de marzo.
A sala vacía, se difundió por streaming y por el canal ORF III de Austria.
Reparto:
Director de Orquesta: Giacomo Sagripanti Régie: Simon Stone Violetta Valéry: Pretty Yende
Alfredo Germont: Juan Diego Flórez
Giorgio Germont: Igor Golovatenko Flora Bervoix: Margaret Plummer Annina: Donna Ellen
Merecen destacarse los méritos de los cantantes: Juan Diego, que se ha ido apartando del bel canto, compone un Alfredo bien cantado y muy conmovedor, la soprano Pretty Yende, tiene un poderoso caudal sonoro, es muy buena en las coloraturas y va pasando de la frivolidad de la modelo, al sufrimiento de la muerte cercana, y luego a la desesperación y a la tierna reconciliación con Alfredo.
Algunos notaron (amos) algo de vibrato y unas notitas no muy bien entonadas que no alteran el „resultado final“. Seguro que lo dicen (imos) de puro obsesivos.
El director de orquesta, en su primer actuación al frente de los filarmónicos, la condujo con finura y mucha atención a las modalidades de sentimiento que Verdi imprimiera en la obra.
Germont y Flora están muy buenos.
Así que, total éxito desde el punto de la música.
Y qué decir de esta producción contemporánea?
El régisseur se ve que se adhiere a la tesis de que la función de los de su gremio es trasladar a la actualidad lo que libretistas y compositor pusieron en las óperas del pasado.
En este caso, es obvio que ha tratado de buscar correlatos del demi-monde de mediados del XIX y lo ha puesto en el mundo de los actores de la civilización digital.
(Alfredo conoce a Violetta desde la pantalla de su lap-top, se escriben mensajes de texto, etc. )
Discutiremos hasta quedar afónicos sobre la legitimidad de cambiar el tiempo y lugar de los hechos relatados en el teatro musical,1 sin embargo, un argumento que encontré (sobre Carmen) en un foro me parece bastante acertado: El libreto de una ópera se refiere a un contexto histórico determinado, y la música surge de ese contexto histórico, social y moral, de modo que trasladarlo a otra época crea una incongruencia.
En esta Traviata hay algunas incoherencias como ser, a quién se le ocurre que en el s. XXI, el novio de una chica no va a querer casarse porque su hermano tiene trato con una prostituta!
También sería „un poco raro“ que a una persona del „primer mundo“ no se le hubiera curado la tuberculosis en el s. XXI, la contradicción está resuelta cambiando el diagnóstico por el de cáncer. (Algún periodista lo advirtió, a mí se me escapó por completo)
La puesta es también minimalista, como comentábamos sobre la de Carmen.
Se abre el acto con un telón donde aparecen los ojos cerrados de Violetta, la proyección se repite en otras oportunidades.
El escenario está dominado por un inmenso panel, doblado en el medio, que se continúa en un triángulo en el piso, donde se proyectan imágenes de diversa índole o simplemente se ilumina de un solo color (vivo).
Este panel gira y da lugar a diversos ambientes.
Los ámbitos se señalizan con las ya mentadas proyecciones y con algunos accesorios. Por supuesto, nada que ver con los suntuosos salones de Margarita Gauthier o Violetta Valéry.
Tengo que decir que el primer acto me pareció de cierto mérito.
Como empieza detrás de una de esas barreras que se ponen para separar a los artistas de la turba de admiradores y Violetta es requerida para firmar autógrafos, lo tomé como algún evento de Hollywood con sus artistas y modelos: sí, podría ser un equivalente al demi-monde. (Más tarde leí que Violetta era en realidad, una „influencer“, yo creía que ellas no abandonaban la pantalla del youtube).
Entra un auto y se la lleva a la fiesta.
Vuelta de escenario y se ve el salón. Todo blanco y fuertemente iluminado. En el medio, una pirámide de copas para que Diego Flórez realice la proeza de llenarlas de champagne sin salpicarse y llame a todos a....Libiamo, libiamo nel questo calice! La escena manifiesta mucho poder de síntesis.
La concurrencia estaba bien vestida, las damas con vestidos de lamé, en tonos claros, había cierta elegancia. Violetta luce un profundo decolleté sin camelia que oculte sus opulentas redondeces.
Segundo acto: Bué. No hay decorados que indiquen que estamos en el campo pero sí, se nota que Violetta lo ha hecho trabajar a Alfredo, ahora que no tiene amante rico, porque aparece con avíos de campesino y empuñando la manija de una carretilla. Seguidamente, aparece Violetta, al lado de un tractor, adonde penosamente carga un fardo de heno. Se ve que, arrepentida de su vida anterior pecaminosa, (la vida de las influencers es pecaminosa?) ha decidido convertirse en empresaria rural.
(Un chusco de entre los críticos se pregunta si la Staatsoper no tendrá que ampliar las instalaciones donde se guardan los decorados, a fin de albergar al auto, al tractor y a los cinco o seis autos de Carmen del mes anterior).
Bien: Diálogo con el padre de Alfredo: Se ve que al régisseur también se le ocurrió que no es muy convincente que una chica del siglo XXI no pueda casarse con su novio porque su hermano (de ella) tiene trato con una mujer poco recomendable. Así que decidió que el
novio enciernes tenía que ser un príncipe saudita, y ya se sabe lo estrictos que son ellos con el tema de la moral. En el panel aparecen proyecciones de diversos titulares de diario que informan sobre la crisis „en el clan Germont“ por la negativa del príncipe a casarse. Ya sabemos la actitud generosa que tuvo Violetta y repite sus propósitos delante de una capillita que aparece tras otra vuelta de escenario.
Como saca un celular del bolsillo, uno piensa que le va a mandar un mensaje de texto a Alfredo, pero no, le manda un DHL.
Luego la escena pasa a lo que seguramente es en el jardín de un bar con mesas y sillas muy parecidas a las de los clásicos „Heurigen“ de Austria. Alfredo (se ve que ya está sin dinero) se roba las flores de los floreros para dárselas a Violetta, quien no las acepta y escapa llorando.
De ahí, sin intervalo pasamos a la fiesta en casa de Flora. Ya no es Hollywood sino Las Vegas y muuuyyy ordinario. Coincide con que en la casa de Flora se jugaba en serio ( y se acuerdan cómo se burla el conde cuando Alfredo le gana „Fortuna nel amore...“).
Un grotesco baile de máscaras, con horribles disfraces, salvo el amigo Alfredo, presente en camiseta azul, (algo usada y desteñida). Violetta de nuevo de lamé, esta vez plateado, con peluca de hilitos de metal ídem y un borde de zorro en el ruedo que quedaba muy feo de perfil.
Las danzas son irreconocibles, el torero todo de rosado. ( Se supone que había la intención de que fuera transexual).
Para reforzar la imagen de Las Vegas, proyecciones de mesas de juego, ruletas y los etcéteras que sabemos.
Y por fin pasamos al acto final, que no transcurre en el triste departamento de l’Île de Saint Louis sino en las instalaciones de un moderno hospital.
Violetta está primero sentada recibiendo un goteo, luego se levanta y penosamente sale a la calle, donde recorre a las figuras de su historia, ubicadas detras de la barrera del primer acto. Cae rendida al suelo y la llevan nuevamente al hospital.
La música y la letra dicen de su desesperación y del arrepentimiento de Alfredo, los accesorios hospitalarios chocan con el pathos de la escena. Todavía le queda aliento a Violetta para exclamar con fuerza „Gran dío muorir si giovane! y arrojar rabiosamente al suelo lo primero que tiene a mano. Muy impactante el grito de dolor por la injusticia del destino. Y se extingue en brazos de su amor que fue imposible.
Nada de aplausos.
En otras oportunidades al elenco lo aplaude la orquesta y también se aplauden mutuamente. Acá recién se oyen débiles aplausos mientras van pasando los „credits“ de los participantes y los técnicos que han hecho el video.
Comentarios de diarios y revistas.
Die Presse, con su crítico Sinkovicz, el más respetado en el ambiente local, le aplica a la puesta el apelativo que da el nombre a la ópera: Traviata, extraviada. Esa puesta erró su camino. Y está todo dicho.
(No pude ver lo que dice de los cantantes).
Ninguno de los otros medios contradice esta opinón.
Éso sí, todos aprecian el canto y la dirección orquestal.
“A pesar de algunas escenas conmovedoras y un fino trabajo musical, la impresión que deja es descolorida”. Dice Musik-Heute
El Standard, que apoya en general las manifestaciones contemporáneas, también se muestra irónico.
El Wiener-Merker, una revista de crítica que tiene muchos colaboradores, expresa complacencia primero con Flórez, “cuya voz ha evolucionado hacia una voz suave y melodiosa de “amante verdiano” Y de Pretty Yende aprecia su “voz luminosa” y cómo va desarrollando al personaje en un crescendo de dramatismo.
Por otra parte, no se priva de ironizar sobre diversos aspectos de la puesta.
Y el más gracioso es el Wiener Zeitung dice que la ópera consiste en „emojis“ en lugar de emociones
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